miércoles, 14 de septiembre de 2011

Abrazar un árbol

Abrazar un árbol, y disfrutar de la naturaleza en general, reequilibra nuestras energías.


Naturopatía y la medicina alternativa lo aconsejan


Los árboles nos dan la vida… transforman el CO2 que nosotros expulsamos en nuestra respiración en el oxigeno que necesitamos para seguir respirando,

Filtran polvo mezclado con otras sustancias purificándonos el aire que respiramos
Reducen el sonido
Reducen la velocidad del viento
Diluyen emisiones radioactivas
Nos protegen de los rayos ultravioleta emitidos por el sol
Aumentan la humedad relativa del aire
Producen, bajo su sombra, una disminución de la temperatura
Nos dan esencias medicinales, curativas
Nos facilitan productos para la industria, pegamentos, lacas, taninos, Carbón, leña, madera
Con ellos se fabrica la pasta de papel,
Proporcionan alimento a los humanos y a los animales
Sirven de cobijo a los animales
Estabilizan el suelo
Reducen los impactos de la lluvia
Y podríamos seguir y seguir la lista

Pero muchos son los que desconocen o no se han parado a pensar que el hombre en la ciudad se ha ido distanciando de este gran aliado para mantener nuestra salud; el árbol

La ciudad produce stress que desequilibra nuestro organismo produciendo enfermedades de toda índole, incluyendo el envenenamiento por metales que adsorbemos de una atmósfera contaminada

Donde está la solución? Pues quizás la mejor terapia sea la vuelta a la naturaleza que es el hábitat natural de todo ser humano

Resulta difícil pensar que de la noche a la mañana todas las personas regresemos al campo abandonando la ciudad, pero si podemos, de vez en cuando, escaparnos a disfrutar de la naturaleza de pleno, sin pensar en los problemas de la ciudad

En numerosas universidades se han llevado a efecto investigaciones rigurosas sobre el efecto que producen las masas arboladas sobre los seres humanos, todos coinciden en que ees efecto que producen los parques y jardines urbanos es totalmente positivo sobre la psicología y la salud de los que habitan cerca de ellos, así las personas que se encuentran en zonas áridas escasas de vegetación sienten sensaciones contrarias a la salud, como estrés, y tristeza

Algunos han descubierto los efectos medicinales que tienen los árboles y zonas verdes sobre enfermos hospitalizados, entre otras cosas porque tenían menos estados de ansiedad dormían mejor y se sentían más felices

También se ha comprobado que poniendo plantas en los centros de trabajo, se consiguen fantásticos beneficios para los trabajadores por el efecto beneficioso para mejorar la concentración, la eficacia y el bienestar en general

Algo que aconsejo probar es abrazar a un árbol, elige un árbol sano y cuanto más fuerte y frondoso mejor pues es señal de que está cargado de energía, a ser posible quítate los zapatos, la tierra es otro centro de energía, deja de pensar, quédate relajado únicamente siente como entre el árbol y tu se abre un canal de energía. Te descargarás de toda la energía negativa, cargándote de positiva, si estas angustiado, tienes un problema, verás como llegas a sentir que esa energía benéfica te ayuda. Aconsejan así mismo descansar nuestra espalda contra el árbol, para que también se renueve la energía de nuestra espina dorsal y nuestro sistema nervioso.

Procura tener plantas en tu casa, busca aquella con la que mejor te identifiques y veras como te reduce la negatividad.

Piensa que los árboles como seres vivos que son, son como contenedores de energía que emiten constantemente y nosotros podemos beneficiarnos de ella


POEMA DEL ÁRBOL

La gracia de tu rama verdecida
ANTONIO MACHADO

Árbol, buen árbol, que tras la borrasca
te erguiste en desnudez y desaliento,
sobre una gran alfombra de hojarasca
que removía indiferente el viento...

Hoy he visto en tus ramas la primera
hoja verde, mojada de rocío,
como un regalo de la primavera,
buen árbol del estío.

Y en esa verde punta
que está brotando en ti de no sé dónde,
hay algo que en silencio me pregunta
o silenciosamente me responde.

Sí, buen árbol; ya he visto como truecas
el fango en flor, y sé lo que me dices;
ya sé que con tus propias hojas secas
se han nutrido de nuevo tus raíces.

Y así también un día,
este amor que murió calladamente,
renacerá de mi melancolía
en otro amor, igual y diferente.

No; tu augurio risueño,
tu instinto vegetal no se equivoca:
Soñaré en otra almohada el mismo sueño,
y daré el mismo beso en otra boca.

Y, en cordial semejanza,
buen árbol, quizá pronto te recuerde,
cuando brote en mi vida una esperanza
que se parezca un poco a tu hoja verde...
                                             Jose Angel Buesa




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