domingo, 21 de febrero de 2016

Dypsis lutescens - Crysalidocarpus lutescens - Areca Lutescens - Palma de frutos de oro - Palmera bambú - Palmera amarilla



Familia: arecaceae

Origen: Madagascar

Especie tropical, palmera multicaule, pequeño tamaño, sus   troncos pueden llegar a los 9 m de altura y unos 15 cm de diámetro. Con ramificaciones desde la base,  Los varios troncos que la forman son anillados y delgados, es una especie monoica y de rápido  crecimiento. Sus ramificaciones anilladas le dan una semejanza al bambú  por lo que se le denomina, también,  Palma bambú

Hojas: pinnadas, elegantes, de entre 80 y 100 cm de longitud, arqueadas, tiene entre 20 y  60 foliolos, con un nervio prominente, el peciolo  y su raquis son de color amarillento



Flores: blancas, pequeñas y aromáticas, como si fuera un estuche presenta una espata de 2 valvas


                


Frutos: de forma ovoide, de color amarrillo y una longitud de unos 2 cm al madurar se tornan negruzcos





Se reproduce por semilla y por división de mata, le gustan los suelos ricos y bien drenados y aunque puede desarrollarse a pleno sol, agradece la media sombra

Debido a su adaptabilidad  ha sido introducida en diversas regiones del mundo

La falta de humedad produce que la punta de sus foliolos se sequen

Se utiliza como planta de interior, por su gran efecto ornamental, debe tenerse en cuenta  que requiere mucha luz, para decorar patios en zonas tropicales y subtropicales siendo una de las palmeras más utilizadas



La tenemos representada en  algunos edificios modernos de la ciudad y en zonas exteriores protegidas, y en los Jardines del Colegio Mayor de Santa María del Buen Aire, jardines catalogados como BIC (Bien de Interés Cultural) y que fueron diseñados por el Paisajista francés Jean Claude Nicolás Forestier 

Fuentes consultadas: Guía Blume de Palmeras y Cicadáceas, Plantas y Jardines de Sevilla, de José Elias Bonet, algunas imágenes de la Red 

jueves, 18 de febrero de 2016

El árbol generoso por Shel Silverstein


Había una vez un árbol que amaba a un pequeño niño. Y todos los días el niño venia y recogía sus hojas  Para hacerse con ellas una corona y jugar al Rey del Bosque. Subía por su tronco y se media en sus ramas y comía manzanas y ambos jugaban al escondite. Cuando estaba cansado, dormía bajo su sombra. El niño amaba mucho al árbol y el árbol era feliz

Pasó el tiempo y el niño creció y el árbol a menudo se quedaba solo, Pero un día , el árbol vio venir a su niño y le dijo: “ven, niño, súbete a mi tronco y mécete en mis ramas y come mis manzanas y juega bajo mi sombra y se feliz” “Ya soy muy grande para trepar y jugar, dijo el niño, yo quiero comprar cosas y divertirme, necesito dinero, Podrías dármelo?, lo siento, dijo el árbol, pero yo no tengo dinero, solo tengo hojas y manzanas. Coge mis manzanas y véndelas en la ciudad. Así. Tendrás dinero y serás feliz. Así él se subió al árbol, recogió las manzanas y se las llevo, y el árbol se sintió feliz. Así mucho tiempo y su niño no volvía, por lo que el árbol se sentía triste. Un día regresó y el árbol se agitó alegremente y le dijo, “Ven niño, súbete a mi tronco, mécete en mis ramas y se feliz, estoy muy ocupado para trepar a árboles, dijo él, Necesito una casa que me sirva de abrigo, quiero una esposa y unos niños, Puedes tu dármela?, yo no tengo casa, dijo el árbol. El bosque es mi hogar, pero tu puedes cortar  mis ramas y hacerte una casa, entonces será feliz. Y así fue que el cortó sus ramas y se las llevó para construir su casa. Y el árbol se sintió feliz. Volvió a pasar mucho tiempo y su niño no volvía y cuando regreso, el árbol estaba tan feliz que apenas pudo hablar. Ven niño, susurro, ven y juega. Estoy muy viejo y triste para jugar, dijo él, quiero un bote que me lleve lejos de aquí. Puedes dármelo? Corta mi tronco  y hazte un bote, dijo el árbol. Entonces podrás navegar lejos.. y serás feliz.  Él corto el tronco y se hizo un bote y navegó lejos. Y el árbol se sintió feliz. Más no realmente, después de mucho tiempo, su niño volvió de nuevo, lo siento niño, dijo el árbol, pero ya no poseo nada para darte, ya no tengo manzanas, Mis dientes son muy débiles para poder comerlas, le contesto el niño, ya no me quedan ramas, tu ya no puedes mecerte en ellas, dijo el árbol. Estoy muy viejo para columpiarme en las ramas, dijo el niño. Ya no tengo tronco, dijo el árbol. Tu ya no puedes trepar, estoy muy cansado para trepar, le contesto el niño. Quisiera poder darte algo… pero, ya no me queda nada. Soy solo un viejo tocón, lo siento. Dijo el árbol. Yo no necesito mucho ahora sólo un lugar tranquilo para reposar, estoy muy cansado, dijo el niño, bien, dijo el árbol reanimándose, Un viejo tocón es bueno para sentarse y descansar, Ven, niño, siéntate, siéntate y descansa y él se sentí y el árbol fue feliz   
Este cuento fue publicado por vez primera en 1964 su autor Shel Silverstein, autor e ilustrador de este pequeño cuento infantil dejo la historia tan abierta para  el debate y la interpretación que se hizo mundialmente famoso siendo traducido a más de treinta idiomas


Egoísmo, generosidad, entrega, irresponsabilidad, relación desequilibrada entre el hombre y la naturaleza, educación equivocada, son temas que podemos debatir

He encontrado este relato que me ha parecido muy hermoso y apropiado para  una ciudad que no quiere, no estima, no cuida sus árboles y es intolerante con las pequeñas molestias que estos grandiosos y generosos seres nos puedan causar

No pensamos en la multitud de beneficios que nos reportan

No pensamos en como decoran y alegran nuestros paisajes

Tampoco pensamos que quizás quienes más molestias podamos causar hacia ellos, somos los humanos, ellos no nos necesitan, viven en  los bosques solos, sin nuestros innecesarios cuidados cumpliendo a la perfección el ciclo de su vida. No debemos olvidar son seres vivos

En la ciudad si requieren cuidados, pero solo porque las condiciones de habitabilidad que les ofrecemos son casi inexistentes, aún así ellos resisten y ciclo tras ciclo nos regalan su verdor, sus flores, su fragancia, su sombra, refrescan y purifican nuestro ambiente y lo hacen calladamente sin pedir nada a cambio, incluso a pesar de nuestro maltrato

Ya hace un tiempo nuestro amigo José Elias denunciaba la poda realizada a los naranjos en el centro de Sevilla, poda desafortunada que al parecer tenia la malvada intención de que los naranjos no dieran fruto que ensucia las calles y con ello ahorrar el esfuerzo  de recogerlos

Cuando el naranjo precisamente es un árbol extendido por las calles de Sevilla que cuando florece le confiere ese olor particular y maravilloso del azahar y luego el bello contraste del verdor de sus hojas y el rojo de sus frutos, Contemplar una calle, alineada de naranjos, con sus frutos colgando es todo un bello espectáculo



En los jardines de la Universidad, también han podado sus naranjos, ofreciendo un triste espectáculo y privando a la ciudad y a las personas que visitamos con frecuencia estos jardines de sus flores, de su aroma, y de la belleza de sus frutos



Existe un ejemplar de mandarino, que creo no es único en la ciudad pero quizás si sea único en su edad, que también lo han mutilado



También es lamentable que infinidad de los arbustos que embellecen nuestros parques y jardines reciban una drástica poda precisamente en el momento en que lucen sus floraciones

No es justificación que la poda sea necesaria, la mejor poda es la que no se practica y eso debe saberlo cualquier jardinero que se precie de serlo.

Es verdad que en la ciudad a veces es necesario recurrir a ella para evitar molestias o a veces incluso accidentes, pero en su justos términos, ya que la poda debilita a los árboles y le produce cicatrices por donde comienzan las pudriciones y la aparición de hongos y parásitos

PODAS SALVAJES: UNA MANIA INNECESARIA QUE DAÑA LOS ÁRBOLES Y GENERA FEALDAD

Sobre todo cuando no existe verdadera conciencia de lo que significa podar y lo que es talar

Con demasiada frecuencia vemos nuestros árboles reducidos a una especie de tristes candelabros formados por muñones

Además de lo que esta práctica afea al árbol, lo debilita y lo hacen sensible a las inclemencias del tiempo, sobre todo del viento. Nos quejamos de que se caen sus ramas

No nos damos cuenta de que carecen de un espacio vital, metemos sus raíces en pequeñas cajas de zapatos  y la ultima y aberrante moda cerramos el espacio limitándolo a su grosor con un puñado de arena y adoquines, negándoles la entrada del agua de lluvia que tanto necesitan y el aire y oxigeno a sus raíces y luego queremos que no se caigan

Los árboles son las columnas de la tierra, si las derribamos el cielo caerá sobre nosotros.   Proverbio indú

Va siendo hora de que se redacte la Ley del árbol que lo proteja y sobre  todo que sea de obligado cumplimiento

Estamos acostumbrados a que se dicten leyes y normas que parece dejan tranquila la conciencia de quienes las redactan pero solo sirven para justificar su trabajo, el hecho de que se cumpla o no queda al libre albedrio de las personas sin que por ello suceda nada, sin que tenga la mínima consecuencia

Sugiero que si por motivos de seguridad existe necesidad de nivelar alcorques se  realice son rejillas o celosías que permitan la libre circulación del aire y la lluvia, y por favor que exista al menos en cada calle un único modelo

Creo que en esta ciudad los que tenemos una cierta sensibilidad hacia estos seres, que no olvidemos son seres vivos, tenemos que luchar infatigablemente hasta conseguir que un árbol sea  considerado como un ciudadano más en la ciudad. Es hora de que se dicten una ordenanzas que busquen dignificarlo para que sea protegido, cuidado y respetado, pero unas ordenanzas que no sean un papel que incremente el volumen de un archivo, sino que lleven aparejada la vigilancia de su cumplimiento y sancionando conductas contrarias

Sevilla se lo merece